Según numerosos estudios recientes, las poblaciones de bacterias intestinales humanas son capaces de influir en varios aspectos de nuestra salud física y mental. A pesar de esto, muchas bacterias permanecen «sin mapear» por los científicos. Un nuevo estudio ha descubierto aproximadamente 2,000 bacterias intestinales antes desconocidas.
Estudios recientes cubiertos por Medical News Today han demostrado que la microbiota intestinal podría tener un papel en la enfermedad de Parkinson y la demencia, y podrían explicar por qué la medicación para la diabetes tipo 2 funciona bien para algunos pero no para otros.
Una nueva investigación -que apareció ayer en la revista Nature- ha identificado casi 2.000 nuevas especies de bacterias intestinales que los científicos nunca antes habían cultivado en un laboratorio.
El equipo de investigadores del Instituto Europeo de Bioinformática (EMBL-EBI) y del Instituto Wellcome Sanger, ambos en Hinxton, Reino Unido, utilizaron análisis computacionales para evaluar muestras de microbiomas intestinales de participantes de todo el mundo.
«Los métodos computacionales nos permiten entender las bacterias que aún no podemos cultivar en el laboratorio», explica el autor del estudio Rob Finn, de EMBL-EMI.
«Usar la metagenómica[el análisis del material genético] para reconstruir genomas bacterianos es un poco como reconstruir cientos de rompecabezas después de mezclar todas las piezas, sin saber cómo se ve la imagen final, y después de remover completamente algunas piezas de la mezcla sólo para hacerla un poco más difícil», continúa.
Sin embargo, Finn continúa diciendo: «Los investigadores se encuentran ahora en una etapa en la que pueden utilizar una serie de herramientas computacionales para complementar y a veces guiar el trabajo de laboratorio, con el fin de descubrir nuevos conocimientos sobre el intestino humano».
Un nuevo enfoque
El equipo pudo reconstruir 92.143 genomas a partir de muestras de 11.850 microbiota intestinal diversa.
Esto permitió a los investigadores identificar 1,952 especies de bacterias intestinales que ellos y otros no habían conocido hasta ese momento.
Finn y sus colegas explican que muchas especies bacterianas han «mantenido un perfil bajo», por así decirlo, porque los científicos sólo las han encontrado en números muy bajos en el intestino, o no pueden sobrevivir fuera del ambiente intestinal.
Esto, señalan, ha impedido hasta ahora que los científicos añadan estas especies a su lista de bacterias intestinales que conocen. Esta es también la razón por la que el equipo que llevó a cabo el estudio actual decidió tomar una nueva ruta – y usar una combinación de métodos computacionales para tratar de llegar a un «mapa» más completo de la microbiota humana.
«Los métodos computacionales nos permiten hacernos una idea de las muchas especies bacterianas que viven en el intestino humano, cómo evolucionaron y qué tipo de papeles pueden desempeñar dentro de su comunidad microbiana», dice el coautor del estudio Alexandre Almeida.
Hacia la creación de un «plan sólido».
En este estudio», explica Almeida, «aprovechamos las bases de datos públicas más completas de bacterias gastrointestinales para identificar especies bacterianas que no se habían visto antes». Los métodos de análisis que utilizamos son altamente reproducibles y pueden aplicarse a conjuntos de datos más grandes y diversos en el futuro, lo que permite un mayor descubrimiento».
En el futuro, los investigadores esperan que este y otros estudios similares les ayuden a comprender mejor el intestino humano, lo cual, a su vez, contribuirá a desarrollar mejores tratamientos para una variedad de enfermedades.
«Una investigación como ésta nos está ayudando a crear el llamado plan del intestino humano, que, en el futuro, podría ayudarnos a comprender mejor la salud y las enfermedades humanas e incluso podría guiar el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades gastrointestinales».
Trevor Lawley, coautor del estudio, del Wellcome Sanger Institute
Al mismo tiempo, el equipo señala que el presente estudio ha hecho que los investigadores sean más conscientes de una gran brecha en la investigación sobre las bacterias intestinales.
Los científicos actualmente saben relativamente poco sobre las especies bacterianas que son características de poblaciones que no sean las que habitan en Europa y Norteamérica, enfatizan los investigadores.
«Estamos viendo muchas de las mismas especies bacterianas que aparecen en los datos de las poblaciones europeas y norteamericanas. Sin embargo, los pocos conjuntos de datos sudamericanos y africanos a los que tuvimos acceso para este estudio revelaron una diversidad significativa que no estaba presente en las poblaciones anteriores», señala Finn.
«Esto sugiere que la recolección de datos de poblaciones subrepresentadas es esencial si queremos lograr una imagen verdaderamente completa de la composición del intestino humano», agrega, instando a los investigadores a seguir centrándose en cohortes más diversas, en el futuro.