El cáncer de útero es uno de los más comunes, por lo que un porcentaje importante de mujeres son diagnosticadas cada año con esta enfermedad. Sin embargo, gracias a los nuevos avances en la medicina y a la prevención activa, mediante revisiones de rutina, este tipo de cáncer puede ser detectado más fácilmente en etapas tempranas, lo que facilita el tratamiento y también amplía considerablemente las probabilidades de una curación completa y prolongada en el tiempo.
¿Qué es el cáncer de útero?
Uno de los errores más comunes que se suelen cometer, es confundir el cáncer de útero con el cáncer cervicouterino o del cuello uterino. Son dos tipos de cánceres que se desarrollan por motivos diferentes y cuyo enfoque también es distinto. Saber las diferencias y tener, en general, más información sobre el cáncer de útero, es de suma importancia para detectarlo de forma temprana y superar con más facilidad la enfermedad.
El cáncer de útero hace referencia al cáncer que se desarrolla en la matriz, y este a su vez, se puede subdividir en dos grandes grupos, cáncer de endometrio y sarcoma uterino, siendo el primero el más común y también el más fácil de curar; mientras que el sarcoma uterino es menos común y el tratamiento es un poco más complejo. Aunque finalmente, todo dependerá de muchos otros factores, como el nivel de avance de la enfermedad, edad de la paciente, condición de salud general, entre otros.
En este sentido, es importante recordar que el útero es un órgano hueco que está localizado en la pelvis de la mujer, específicamente entre la vejiga y el recto. Es, además, donde crece un bebé cuando la mujer está embarazada. El útero, a su vez, se divide en tres partes: cuello uterino (sección inferior más estrecha), istmo (la parte más amplia del medio) y el fondo (es la sección ubicada en la parte superior y que tiene forma de cúpula).
Adicionalmente a lo anterior, el útero también está compuesto por tres capas, conocidas como endometrio, miometrio y serosa. El endometrio es la capa interna del útero, mientras que el miometrio es la capa más gruesa, la cual está compuesta casi por completo por músculos; y la serosa es el revestimiento exterior más delgado.
El cáncer de útero es, entonces, un tipo de cáncer que aparece de forma primaria en el sistema reproductivo de la mujer y que, como comentamos anteriormente, se divide en dos grandes tipos: de endometrio y sarcoma uterino.
El cáncer aparece cuando las células sanas de este órgano comienzan a cambiar y a proliferar sin control, generando uno o más tumores malignos, de forma que ese crecimiento de células descontroladas puede hacer que el tumor crezca y se expanda a otros órganos sanos del cuerpo.
A continuación compartimos las características de los dos principales tipos de cáncer que se desarrollan en el útero:
- Cáncer de endometrio: también conocido como adenocarcinoma, se trata del cáncer de útero más común. De hecho, constituye el 80% de los cánceres de este órgano reproductivo. Como su nombre revela, se desarrolla a partir de células del endometrio, que se desarrollan sin control. Si bien, el pronóstico y el tratamiento puede variar considerablemente en función del avance de la enfermedad y el grado del tumor, tiene un excelente pronóstico y altas probabilidades de curación.
- Sarcoma uterino: el otro tipo de cáncer de útero es el conocido como sarcoma uterino y es el que se desarrolla en las glándulas que sostienen el útero, lo que serían los músculos del útero. Este tipo de cáncer se subdivide, a su vez, en otros subtipos, en función de sus características específicas, y si bien es un poco más agresivo y complejo de tratar, también es cierto que representa entre el 2 y el 4% de los cánceres de útero, por lo que es poco común.
Tratamiento para el cáncer de útero
El tratamiento para el cáncer de útero puede variar significativamente de un caso a otro. Primero, la paciente es sometida a una serie de estudios y análisis, para determinar con exactitud el tipo de cáncer específico que padece, así como el alcance del mismo. Todos estos estudios son fundamentales para que el médico o grupo de médicos, determinen cuál es el tratamiento más adecuado.
Hay diferentes tipos de tratamientos para estos tipos de cáncer, entre los que destacan: cirugía, radioterapia, terapia con hormonas y quimioterapia. En algunos casos, es necesario combinar varios tipos de tratamientos, con el objetivo de erradicar por completo la enfermedad. Afortunadamente, los avances tecnológicos y de la medicina, han ampliado la forma de aplicación de los tratamientos, por lo que cada vez son más efectivos.
Un buen ejemplo de ello es la braquiterapia, la cual se divide en baja tasa de dosis y alta tasa de dosis. Este tratamiento es un tipo de radioterapia interna, por lo que es altamente efectiva. Por un lado, la braquiterapia en baja tasa es una opción de tratamiento que dura pocos días, pero requiere que la paciente sea hospitalizada, y además, debe permanecer casi inmovilizada durante el mismo para mantener la fuente de radiación en la vagina.
La braquiterapia de alta tasa de dosis, por otro lado, se aplica en varias semanas o en varias sesiones, siempre con una semana de diferencia. Cada sesión dura pocos minutos y tiene a su favor que la paciente no debe ser hospitalizada.
Por otro lado, en lo que se refiere a las causas que generan esta enfermedad, si bien hay ciertos factores de riesgos, como la edad, padecer diabetes tipo 2, obesidad, antecedentes familiares, factores que afectan a niveles hormonales e incluso tratamiento para otro tipo de cánceres, entre otros, es importante destacar que la paciente nunca será culpable de la aparición de esta enfermedad. Lo importante es centrarse en el diagnóstico y el tratamiento para la completa curación. Por supuesto, llevar un estilo de vida saludable, dejando de lado hábitos dañinos, como fumar o beber en exceso, alimentarse de forma equilibrada y hacer un poco de ejercicio, es clave para que el sistema inmune se mantenga más fuerte
Adicionalmente, es fundamental acudir a revisiones ginecológicas una vez al año, independientemente de la edad de la paciente y si entre las revisiones de rutina, se observan síntomas como dolor en el área de la pelvis, dolor mientras se mantienen relaciones sexuales, dolor al orinar, sangrado vaginal después de la menopausia y secreciones vaginales que no estén relacionadas con el período, es importante acudir para una revisión exhaustiva al médico especialista. La prevención y la previsión son las claves para que, en caso de aparición de la enfermedad, esta sea detectada en etapas tempranas, lo que se traducirá en tratamientos más efectivos y menos invasivos.