Dos de las operaciones de estética más comunes entre la juventud son la otoplastia y el botox. Por eso hemos preguntado a la especialista en cirugía estética Teresa Bernabéu, para que aclare qué debe tener en cuenta una persona antes de someterse a este tipo de cirugías.
En primer lugar, hay una serie de aspectos a tener en cuenta en cuanto a la otoplastia
Estas son las cuestiones más importantes:
- La cirugía se hace en ambas orejas aunque solo sea una la afectada. Esto consigue un mejor equilibrio y resultado final.
- La uniformidad exacta o simetría no es posible. Al igual que las orejas naturales, la posición de las orejas después de la otoplastia no coincidirá perfectamente.
- Los fumadores tienen mayor riesgo de sufrir complicaciones. Para disminuir el riesgo de complicaciones, y porque siempre va a ser positivo para la salud y el bienestar personales, se aconseja dejar de fumar, al menos temporalmente, antes de la operación.
- Se trata de una operación rápida, apenas 1 hora que se practica con anestesia local.
- Los resultados son inmediatos.
- No se requiere hospitalización.
- La recuperación es de 3 a 4 días.
Por lo general, una persona se somete a este tipo de operación estética porque sus orejas, bien por nacimiento o bien por otras cuestiones, se encuentran muy separadas de la cabeza o disponen una forma poco estética que afecta a su autoestima y al día a día.
Antes de la intervención, el cirujano estudia las facciones del rostro del paciente y busca una perfecta armonía entre las orejas y el resto del rostro.
Por otra parte están los tratamientos con toxina botulínica o botox.
El bótox se deriva de la bacteria C. botulinum, que está presente en muchos entornos naturales como el suelo, los lagos, los bosques o, incluso, el tracto intestinal de algunos mamíferos y peces.
Las bacterias y esporas de C. botulinum presentes en la naturaleza suelen ser inofensivas. Los problemas sólo surgen cuando las esporas se transforman y la población de cálulas aumenta. En un momento determinado, las bacterias empiezan a producir la toxina botulínica, la neurotoxina mortal responsable del botulismo. Sin embargo, el botox no es peligroso.
Se trata de una droga que puede paralizar temporalmente los músculos y, por eso, tiene múltiples aplicaciones en medicina y estética.
Estas son algunas de las recomendaciones que nos hace la doctora Bernabéu:
- El uso principal del Botox es reducir la apariencia de las arrugas faciales.
- Los efectos son temporales y duran entre 3 y 12 meses, según el tipo de tratamiento.
Estas son las zonas de la cara más solicitadas para el uso de botox:
– Las arrugas del entrecejo, denominadas líneas del ceño.
– Arrugas alrededor de los ojos, conocidas como patas de gallo.
– Pliegues horizontales en la frente
– Líneas en las comisuras de la boca
– La piel «empedrada» de la barbilla
Botox puede usarse en personas de 18 años o más y en los siguientes contextos:
- Espasticidad de las extremidades superiores, en mayores de 2 años.
- Ojos cruzados, o estrabismo, en mayores de 12 años.
- Sudoración severa en las axilas o hiperhidrosis.
- Prevención de la migraña en personas cuyas jaquecas duran al menos 4 horas durante 15 o más días al mes.
- Reducir los síntomas de una vejiga hiperactiva debida a una enfermedad neurológica si los medicamentos anticolinérgicos no ayudan.
- Espasmos de los párpados, o blefaroespasmo, debido a la distonía.
- Un trastorno neurológico del movimiento llamado distonía cervical que afecta a la cabeza y causa dolor de cuello
Algunas personas también se inyectan Botox para usos no aprobados, como tratamientos para:
- Alopecia
- Aialorrea, que consiste en producir demasiada saliva
- Psoriasis
- Eczema dishidrótico, que afecta a las palmas de las manos y las plantas de los pies
- Anismo, una disfunción del músculo anal
- Neuralgia post-herpética
- Vulvodinia, dolor y molestias en la vagina sin una causa clara
- Enfermedad de Raynaud, que afecta a la circulación
- Acalasia, un problema en la garganta que dificulta la deglución